Estamos pintando en casa y, además de estar todo por medio, nos hemos dado cuenta de que con los cambios de temperatura la pintura se queda espesa de un día para otro. Mi padre ha ido a echarle un poquito de agua para diluirla, pero ahí estaba mi madre para evitarlo, porque ella tenía una solución mejor.
Ha puesto a hervir al baño María el botecito con la pintura y en unos minutos estaba ya lista para volver a usarla. Después me ha explicado que ha comprobado en otras ocasiones que, si le vas echando agua todos los días, la pintura pierde un poco su color original y tienes que usar más cantidad para emparejarlo todo. De esta manera, consigues que la pintura esté líquida y que conserve su color original. ¡Pero qué orgullosa estoy de mi madre! Y, por supuesto, también de mi padre, que es el que se ha dado la paliza de pintar todas las habitaciones :D
C I A O ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario